16.2.16

Tengo un nudo muy dulce en el estómago. Amarte es como rasguñar una picadura de mosquito. El placer que hacemos juntos me invita a tirarme de cabeza en un mar de dulce de leche repostero. Ojos cubiertos, manos cohibidas, me lanzo a tu abismo sin dudarlo, capaz de detener el tren que quieras, porque vos sos el mío; ahora sí, toda una vida adorando el viaje en lugar del destino, cumpliendo toda regla, y por una vez aprendí a ser viajero que suspira, desprendiéndose de agonías, al llegar. Al fin. El camino no es la belleza intrínseca de un viaje, no que no tenga importancia, claro, pero todo trotamundos debe llegar a la conclusión de que el objetivo siempre es llegar. El fin no justifica los medios, pero el fin llegará irremediablemente. Y mientras el arco iris posee una belleza sobrenatural indiscutible, todos estamos codiciando ésa mágica olla repleta de monedas de oro.
Todos quieren ser viaje, irse construyendo y así, parece, no llegar nunca. Supongo que ahora lo sé, que mi esencia es el de una empedernida nostálgica, porque siempre quiero llegar a casa. Y ahora la encontré. Sos vos.
Acaso sea sobradamente pronto, pero la vida nos enseña (o pretende) que el tiempo no es cosa y, muchas veces, no importa en absoluto. Temiendo un poco el generalizar muy violentamente, creo que hay una gran verdad: todo (o casi todo) es enteramente relativo. Ése es nuestro eje, todo puede cambiar y/o todo está cambiando continuamente. Estamos hechos de carne, huesos y no-absolutismo. De ahí, más o menos, a que el tiempo no es. Nosotros somos. Y las agujas no hacen más que condicionarnos a vivir estructuradamente en temor a que eso, la nada, se nos acabe. Pero a quién le vamos a echar la culpa si todo esto sigue girando al rededor de un fútil papel que también (o aún más) nos subordina. Papel y un reloj de arena, he aquí nuestro propísimo talón de Aquiles. Pero, le dejo el pesimismo a las almas que juntan las letras que personalmente me gusta devorar. También tenemos amor, y tal contraoferta es lo suficientemente grandiosa como para encontrarle algo de sentido a esto de ser y estar que nos tiene tan cabizbajos.
Y te encontré, tan mordaz y esperpentamente. Y rápidamente, me encontré con las venas estalladas con ése ácido dulce al que llamamos amor. No hay canción que me entienda. No hay sonrisa que me regale escondite. Soy lo que ves, al tope. Tal vez es verdad que uno puede morir de amor, pero me parece mucho más auténtico el que uno puede vivir de amor.
Escribí excesivas veces "amor", pero hoy no molesta. Lo único que "pica" en este momento sos vos. Hoy es verdad eso que decían: la(s) persona(s) indicada es aquella que te va a facilitar el que seas vos mismo. Y con vos, encontré y disfruto un confort jamás antes degustado. Agradezco tu mano, tu corazón, por siempre (pese a que el tiempo no exista, ¡ja!)