6.9.14

Me pregunto qué les habrás dicho a tus papás. ¿Te preguntarán por mí? Espero que sí. Igualmente, vos siempre fuiste muy callado ahí en tu casa, seguro les respondés con mala onda como me respondías a mí los últimos días. A veces, me gustaría que vos también tuvieras un blog así como este y me respondieras cada una de las entradas como modo de disculpa. Pero, no lo hagas, después de todo, no hay nada más feo que hacer algo después de que te lo dijeron. Y cuántas veces te habré dicho que no me dejes, que yo podía cambiar si así lo querías, podía ponerme una cinta de papel en la boca para dejar de hablar, no sé, algo. Supongo que te fuiste porque quien tiene que cambiar sos vos y no podés. Y yo que te hacía tan perfecto. ¿Cómo te sentís? Quisiera saber. No me hace falta recordártelo ni lo hago para echarle sal a la herida, pero ¿sos consciente de que me dejaste ir a mí, a una persona como yo? ¿Qué se siente "dejar de amar" a la persona a la que le diste/te dio todo, absolutamente todo? Se debe sentir horrible, ¿no? Lo peor es que nosotros teníamos algo que todos quisieran tener, algo sólido, algo que después de tres años seguía siendo divertido cuando la mayoría de las relaciones hoy en día se terminan matando y aburriendo a las cuatro semanas. Yo tengo una teoría. Los profesores y preceptores cuando recién me conocían, les re costaba pronunciar mi apellido que, al fin y al cabo, no es taaaaaan difícil, es que la cantidad de vocales asusta a la lengua al leer. Y, una vez que se lo aprendían, no se lo olvidaban más. Me siguen llamando así cuando voy a mi ex-escuela por tal motivo, y además sigue vivo porque mi hermana está cursando con ellos ahora. Y yo creía: ay, pobres profesores, nunca más se van a olvidar de mi apellido. Los traumé tanto corrigiéndolos cuando lo decían mal. Y ahora, pienso lo mismo de vos. Perdoname, no te vas a olvidar nunca más mi apellido, qué lástima. Espero que tampoco te olvides lo que hacíamos con las letras, decíamos M y nos dábamos un beso, decíamos A y otro más, y así con la I, la O, la L... Mil veces. Qué estúpidos.
Creo que si tiene que ser, será. Yo no creo que TODO esté destinado y preescrito, como a algunos les gusta decir, pero quizás unas poquitas cosas sí están pensadas previamente por quien/quienes nos puso en este mundo. Si vos y yo estamos pensados para terminar juntos y criar mil hijos en una casa enorme, de ventanales tan altos que no se ve dónde acaban, entonces, va a ser. Será mañana, será en semanas, será en añares. En fin, veámosle el lado positivo, vamos a tener toda una vida para contarnos, como cuando nos conocimos por primera vez y está todo lleno de curiosidad. Me parece que vos y yo somos muy diferentes. Nunca tuve tanto en común con una persona, pero sé que somos muy diferentes. O quizás no, tenés toda la libertad de probarme que estoy equivocada, vía mensaje de texto, teléfono, lo que quieras y a lo que te atrevas. Yo estoy llena de curiosidad, de preguntas, me encanta saber todo de todo y no tengo miedo de ir más allá, porque no me doy cuenta y yo sigo y sigo y hasta que yo no me sienta satisfecha, no dejo en paz a nadie. Creo que eso lo voy a tener que moderar un poquito a medida que vaya creciendo, porque en el trabajo, en una empresa, en mi futuro, no creo que a mis compañeros les gustara que hurgara así en sus vidas. Igualmente, todo lo hago con el corazón, no de chusma, es que soy una esponja y quiero absorber todo de todos, quiero vivir y tener una buena historia para contar en el final. Y yo creo que eso a vos te molestaba, vos no sos curioso, o sí, pero no a mi extremo. Y en algunas cosas no estabas a mi altura, no que yo me crea tan sofisticada y superior, pero en ése sentido, a ver si me explico: vos no sentías la misma pasión que yo al hablar de tus libros, tus clases, tu facultad, por ejemplo; es un hecho tan enorme que empieces a formarte académicamente, y en tus ojos yo no veía nada, y me sentía molesta por querer saber más. Creo que sos la persona a la que más le molestó mi curiosidad. Mis papás estaban acostumbrados a que yo hablara tanto y preguntara así, pero vos te cansaste de eso. Qué raro el cansancio, ¿no? Y todas esas cosas que decimos no controlar. Menos mal que no estábamos casados ni teníamos hijos ni nada, recién estamos empezando y eso está bueno, lo admito, prefiero esto mil veces a tener que fingir que todo está bien, teniendo 30 años y viviendo amargada ya y para siempre. A veces, también pienso, pienso mucho, que por eso me dejaste, porque si seguíamos así (yo en mi eterna ingenuidad, pensando que estaba todo más que bien y que había amor para tirar pal techo), me ibas a dar una vida que sabías que yo no quería. Te lo había repetido a morir, que NECESITABA ser feliz, que quería una vida más allá de lo que conocía desde las puertas de mi casa para adentro. Y ese pensamiento, a veces, sólo a veces, me hace sentir mejor porque creo que fue sincero de tu parte y podría haber sido peor si dejabas que el tiempo pasara aunque fuera un día más. Qué se yo.
¿Sabés qué es lo peor? Es difícil decir qué es lo peor, porque todo duele, obvio, pero hay algo que me está matando. Odio cómo terminó, cómo fueron nuestras últimas veces, si es que esto terminó definitivamente. Mi última visita a tu casa fue un asco, sentí que te aburriste todo el tiempo y cuando tus papás decían algo, vos ni bola les dabas, ya se respiraba en el aire cuán mal estaban las cosas [en tu casa]; nuestro último viaje en tren y colectivo, fue lo más horrible de estos días. Nunca viajé con alguien que me fuera tan indiferente, ni me hablabas con ganas, y el viaje de vuelta me la pasé llorando, ya me consolabas sin piel, sin amor. Nuestra última vez juntos, me voy a poner a llorar, de eso no sé si puedo escribir, me hace tan mal. Teníamos un amor tan lindo, en tu casa pasábamos los mejores momentos, era todo tan dulce, que ahora me remonto a las últimas veces que compartimos una cama y se me hace un nudo en el estómago. Tengo la certeza de que ya ni me extrañabas, ya no querías hacer el amor conmigo. ¿Cómo ibas a hacer el amor sin amor? Me falta el aire de tan sólo imaginarme qué estarías pensando todas las veces en las que mis ganas, mis deseos y mi amor eran totalmente verdaderos. El último beso ya no tenía electricidad entre nosotros. ¿Qué nos pasó? Si mi yo del futuro hubiera venido a decirme que esto iba a terminar así, me le cagaba de risa en la cara. Siempre me acuerdo de un día hermoso, un día que estuvimos juntos en la plaza y llovía, y vos me prestaste tu saco azul de escote en v, y nos quedamos abajo de los techitos de la escuela que está en frente. Esos besos, decime, te desafío a que me digas que ahí no había amor. Ahí había más que amor, es uno de los recuerdos más vívidos que tengo y si vos me dijeras que en ese momento no te sentías seguro de amarme, te juro que me mato porque vos no sabes lo feliz que fui ése día, nene.
Entre nuestras primeras veces y nuestras últimas, hay un abismo de diferencia. Teníamos tanto amor, tanta ilusión, yo estaba tan enamorada de vos, como nunca antes, ni leyendo todo esto te das una mera idea del fuego que sentía por vos. Ya no sé si lo siento, no sé si voy a poder perdonarte esto, esta vez fuiste demasiado lejos y sé que si vuelvo a amarte, me sentiría insegura todos los días y te acosaría preguntándote si estás seguro de que me amas hoy, y así todos los días. No me imagino teniendo una familia con un hombre que no sé si realmente me ama, no se pueden hacer hijos del aire, los recuerdos se borran si no se hacen con amor. Por mucho que me duela, y me ahogo, y me caigo y lloro desesperadamente a tu nombre, por más que sienta que ya no puedo vivir, que mi corazón ya no quiere latir, que mis pulmones ya no quieren respirar, que mi tacto ya no quiere sentir, por más que te lleve en mi piel, en mi sangre, en mis manos, en mi aliento, por más de que te ame impacientemente y para siempre, tengo que dejarte ir.
Tengo. que. dejarte. ir.