Ya no sé si saludarte, no sé si quiero. Estos días fueron de explosión, pasó algo insignificante para la gente normal, pero a mi me súper marcó, como siempre, me hago mala sangre por todo. Lo hablé con dos amigas, mi prima, mi hermana y un viejo amigo. No sé cómo me siento. Las cosas serían más simples si vos no hubieras terminado esto, porque ahora tengo un quilombo en la cabeza, mal. Esta debe ser la presentación de una entrada más desprolija del mundo, pero no sé cómo escribir, eso también se me fue un poco. Siento sabores en la boca, pensamientos en la cabeza, cortocircuitos en el alma, cosas que hace más de tres años no se disparataban, y no sé cómo reaccionar ante esto. Lo admito. No sé estar sola. No puedo, no me sale estar sola. Cuando estoy con alguien o hablo mucho con una persona, me encariño demasiado, me siento bien cuando puedo hablar y explicar y re-explicar, y me mata cuando llega la noche y estoy más sola que un perro. Tengo que aprender a estar sola, a convivir con esta cabecita en altavoz, a escuchar música sin pensar en qué significan las letras. Tengo que bajar un cambio. Sí. Tengo que rebobinar y poner play con la mano opuesta a la que empezó la vez anterior. Tengo que aprender a equivocarme y a reírme, a dejar de preocuparme, a romper corazones y dejar a los hombres pensando en mí, a hacer lo que sienta sin rencores ni desazones. Me tengo que hacer un favor a mí misma y dejar de ser un libro abierto, ese es mi proyecto actual: Tengo que dejar de ser yo misma. Y es irónico, ¿no? Qué se yo. A la mayoría de la gente le cuesta horrores SER ellos mismos, les da vergüenza, lástima, dolor mostrarle al mundo quiénes son realmente o quiénes quieren ser, en quiénes se quieren convertir y mejorar. Eso es un problema universal, perfectamente normal. Pero, la verdad, es que a mí siempre se me dio muy bien eso de mostrar mi "verdadero yo". Nunca tuve demasiados problemas para ser quien yo quisiera ser en el momento dado, siempre traté de ser sincera con los demás y, importantísimo, conmigo misma, ¿entendés? No te voy a decir que nunca sentí vergüenza o nunca me aplaqué ante otra persona, pero rara vez actué en contra de lo que estoy hecha. Y, si lo hice, seguramente fue por una buena causa o para no lastimar directa o indirectamente al otro. Igual, tampoco significa que todas las personas que se cruzaron en mi vida, llegaron a conocerme profundamente como lo hiciste vos y unas pocas personas selectas. Sólo que siempre tuve esa facilidad latente, ése vómito de palabras innato que me sale con cualquier persona, la conozca desde hace años o hace segundos en un bondi. Y bueno, tengo que ajustar algunas tuercas y cambiar algunos renglones, mi html interior. Tengo que pintar de negro algunas estrellas de ilusión. Últimamente, me siento tan mal que ya no sé cómo se llama lo que tengo encajado en el medio del pecho. Estoy tratando de llevar una vida normal, pasaron tres semanas y dos días y siento que pasó un milenio, el dolor propio de que ya te casaste y tuviste familia con otra mujer, cosas así de trágicas. No sé, me siento mal, tomo mucho jugo de manzana y no le siento el gusto, al contrario, pura acidez. Me llena de curiosidad saber cómo te sentís vos, y a la vez no, porque si vos me decís que estás bárbaro, no sé, yo me mato si querés. Es que, yo no creo que vos seas consciente de lo que hiciste, no, no lo sos. Y mirá que ya me están doliendo todos los protones de tanto positivismo, ya no sé de dónde carajo sacarlo. Y todos insisten en que ahora voy a sentirme mejor, que el señor Tiempo me va a ayudar cuando menos me lo espere, blablabla; pero, ¿cómo les explico yo que CON VOS me sentía lo mejor, lo más, me sentía libre CON VOS, cómo? Teníamos algo tan lindo que no había necesidad de perder el tiempo en cuestiones que desarman las más comunes relaciones. Los dos la pasábamos bien con nosotros mismos y éramos libres, felices, completos, qué se yo, al menos, yo me sentía así, ¿vos no? No me contestes.
Siento que se viene una semana y fin de semana, como anexo, de malas decisiones. Y yo, realmente, no sé por qué las tomo así. Quizás porque voy con la esperanza de que te duelan a la distancia, de que no puedas dormir porque sentís que algo está mal, y ese algo es que yo estuve buscando amor en otros labios, en otros cuerpos. Amor no, olvido quedaría mejor. De verdad, espero que no puedas dormir, porque esto es tremendamente injusto entonces, nene. Hagamos que duela, eso dice una parte de mí. No sé, no sé lo que voy a hacer porque me cambiaste la ruta, me dejaste tan sola que ahora voy a tener que pegar la vuelta y seguir otros caminos, cuando estaba tan segura de que iba a ser feliz en el tuyo. Y ves, es que sos vos, vos hiciste que las cosas llegaran a este punto y yo no tengo obligación ninguna de sentirme culpable por las cosas que de acá sigan, lamentablemente. Igual, te imagino en otras manos, en otras bocas, en otros cuerpos, y me mata... Me vas a matar del amor que te tengo, de la lástima que me da que hayas pedido esto, de los gritos que callo cuando en la noche las voces me dicen que ya no sos mío, ya no soy tuya, ya no somos nuestros. Me marcaste a fuego, a hielo, a lo que quieras pensar, y estoy tan triste, siento que ninguna música puede aguantar esta mochila. Me volví incapaz, no es posible volver a vos, volver a mí. Necesito ser, ya no somos y me tengo que aprender el nuevo tiempo verbal. Y qué pelotuda, por Dios. En cualquier momento, se abre un agujero en el piso y me traga, me consume tanta desesperanza que estoy tratando de esconder atrás de una máscara que tiene escrita en fibrón indeleble: SÉ POSITIVO. Del lado de adentro, podés leer: Es todo mentira. Me estoy muriendo. Pero, en más chiquito. Qué líneas hipócritas me salen a veces, ¿no? Vos me ganas, no debe haber nada más falso que remarla sin amor. Decime. Vas a tener una historia hermosa para contar, sí, lástima que el no-final-feliz lo pusiste vos, tenés todos los derechos ahí. Uy, estoy media resentida hoy se ve, cómo para no estarlo.
Bienvenida Soledad. Vení, tomá asiento, total, están todos vacíos...