27.1.15

Hay un montón de cosas que sentimos que son muy difíciles de explicar, ésas indescriptibles; sensaciones que se encierran en cajitas de mil llaves. Por eso escribir es difícil, todo un tema. Ser escritor está subestimado, porque es increíblemente mucho más que pasar bastante tiempo en una máquina de escribir o, para los más modernos, en una computadora. Escribir es una tarea de traslación del alma, es decir, el momento en que la pasión y lo abstracto agarran las valijas y se mudan a una casa de paredes de hojas de papel blancas, amarillas, cremitas, las que quieras. El escritor es el que maneja el camión de mudanzas, si se me permite la metáfora medio infantil. Y la ruta en la que está ahora va a tener los obstáculos más enrevesados jamás imaginados, porque le va a costar muchísimo. Hay escritores que amo tanto que me sangra el corazón, de ésos que cuando los lees sufrís de una especie de epifanía y decís: pucha, se sintió como si lo hubiera dicho, pensado, escrito yo. (véase Cortázar, Carroll, Kerouac, García Márquez, etcéteras) Y después tenés a los que se forran de guita con un bestseller lleno de oraciones unimembres, spanglish barato y el ahora súper mainstream 'vos no sos como las demás chicas', dijo el chico más lindo del colegio a la nerd, oscura, antisocial muchacha. Y también es hipócrita de mi parte decir eso porque es, a cierta edad, lo que uno busca leer sin parar, y de vampiros lindos, y de púberes misteriosos que te espían entre los lockers (muy yanqui todo, ya que acá no existen), y ésa insaciable necesidad de heroísmo, de mundo oculto entre el cotidiano, de velocidad hormonal, todo en los pasillos de la escuela. Es sexy, estratega porque nunca falla entre las más jóvenes generaciones, pre-adolescentes adictos a lo que todavía no tuvieron oportunidad de vivir, a textos que le ofrecen unas gotitas del dulce sabor de lo prohibido, que ellos en carne propia no podrán experimentar hasta dentro de unos años. Y después está Cincuenta sombras de Grey, pero es un asco, basta.
De todas formas, no sé por qué empecé así esta nueva entrada, quizás porque no sabía cómo hacerlo y me gusta jugar con la tortuosa imagen de mí misma como escritora. Pero, ¿sabés cuánta Cindor me hace falta? Puf. Igual, hablando de cuestiones indecibles e increíbles, hoy estaba pensando (hace un rato, en realidad): ¿vieron ése instante en que uno está teniendo una conversación con un amigo, por ejemplo, y estás contándole equis asunto y después de varias respuestas e intercambios, queda un silencio así pesado, fastidioso antes de renovar un tema, o algo así? No es totalmente incómodo, pero es así, como si ninguno de los participantes de la conversación supiera cómo concluir debidamente el tema. Pasa casi siempre, y se nota más, cuando uno de los dos (o varios) acabó de lanzar una bomba, no literalmente) una noticia picante, un chisme valioso, y después de unas cuantas reacciones y 'nooooo boludo's, queda ahí este reposo del que estoy hablando. Bah, no sé, véanlo como un párrafo de relleno entonces.
Hace, creo, ya un mes, vi la híper nombrada Boyhood. Me gustó, por muchas cosas más allá de lo singular que fue el proceso de filmación, y también más allá del bomboncito de Ethan Hawke. Vi y leí que muchísima gente que, además de entrometidos se hacen llamar a sí mismos, repito: A SÍ MISMOS críticos de cine (cualquiera), se quejaban y se mostraban descontentos con la 'mala' fama de la peli. Claro, es lo que pasa siempre, tenés algo popular, encantador y ya le tienen que 'encontrar' el pelo al huevo, me entendés. Aparte, ¿cuán idiota suena que bardeen a una película???!??!? Un crítico jamás injuriaría (al menos, uno bueno) de esa manera, y la cantidad de boludeces que leí, mamita... Pero, mi punto es, la película es muy buena. La agarré con disminuida expectativa porque lo masivo no suele ser servible (y el cine de mucha $$$$$ suele, SUELE, ser una mierda, con pocas excepciones, todos sabemos), y me sorprendió bastante. Alguien en Facebook, nido de ratas, comentó que no le encontraba sentido a la película, lamentándose por las casi tres horas perdidas de su, al parecer, tan provechosa vida; y me hizo darme cuenta de algo, que es lo que estoy tratando de decir acá. Me lo pregunté a mí misma entonces, ¿qué mensaje tenía la película?, aunque soy una fiel creyente de que los mensajes se hacen subjetivos, personales a cada uno de los espectadores, y nosotros terminamos de definir qué significa esa hora y media de cuadros y rollo negro de cinta de filmación. O no, porque a veces está bueno soltarse un poco y deleitarse con colores, nonsense y tópicos fumones de películas I.Sat. Dejemos el reproche de lado que, al fin y al cabo, nuestra opinión no cotiza mucho en Hollywood. Entonces, después caí en una lamparita más que se iluminó: la película no tiene sentido alguno, la sola trama que reúne varios años en la vida de un pibe que la pasó mal y fue haciendo lo que pudo, eso resume vagamente, pero también enteramente lo que propone la película. Y sí, capaz el flaco que se las sabe todas en feisbuk tenía razón, pero yo quería agregarle algo, porque para mí que la película 'no' tuviera sentido era su más grande atributo, y lo que más me gustó. Porque este pedacito de celuloide de nada más ni nada menos que dos horas cuarenta y cinco, tenía un objetivo (supongo): reproducir la vida en sí, los hechos que montan la existencia de un protagonista en su infinita búsqueda del ser, por los caminitos del amor, la desesperanza y la responsabilidad, dejando atrás la inocencia que lo escudaba. La película no tuvo sentido por la exclusiva razón de que la vida no tiene sentido alguno. Es todo un gran sueño, y así se sintió la película para mí.
O una pesadilla.
Voy a llamar a esta entrada una especie de rejunte de recortes que están acá adentro de esta cabecita, fracciones de un mismo todo en el que los bordes que encajan tipo rompecabezas no siempre coinciden. Porque me siento mezclada, revuelta. Soy un mix entre vacilación por un masculino, ira y frustración por una de mis más cercanas amigas, y pavor por el futuro, con una pizca de aspirar a aferrarme a la inercia forever. Por ende, soy un desastre.
Extraño mucho a mi mamá. Así lo escribo, sin preámbulo ni decorado, sin adjetivos elegantes al lado. Su consejo, su risa, sus palabras justas, sus 'vos podés. Que la chupen', lo bueno que quedó en mi memoria. Yo sé, estas paredes recuerdan, estos aires reviven... Y a vos también te extraño, te extraño como la gris oscuridad de mi cuarto anhela el sol cuando me olvido de abrir la persiana al mediodía, te extraño en el tren, en el colectivo, en el subte, porque ahora los viajes se hacen más largos y tediosos. ¿A vos también te pasa? Qué de cosas que nos pasan; y esto ni está cerca de terminar todavía. Bueno, tuvo un fin, pero no para mí. ¿En dónde se compran los puntos finales, decías? Ah, y un vodka (o dos, o tres), please